A tener en cuenta en caso de desengaño amoroso

No sé por qué pero la mayor parte de las mujeres que conozco ignoran el hecho elemental de que no es la belleza física sino el “buen carácter” lo que determina que las relaciones sean gratificantes y duraderas.

Quizá por esa causa, cuando sufren un descalabro amoroso, a menudo se entregan frenéticamente a los cuidados de la cirugía, el ejercicio o la cosmética, pero apenas se ocupan de su espíritu; no les inquieta gran cosa que el resentimiento las haya envejecido hasta la deformidad, ni tampoco les preocupan sus niveles  de dureza,  de frialdad, de impaciencia, de amargura o de frustración. Creen ingenuamente que tales aspectos de ellas mismas no se hallan a la vista de los demás y que la vejez es algo puramente físico.  Pero se equivocan. Y mucho.

Porque resulta que, sobre todo en la madurez, elegimos sólo por la apariencia física  a la compañera de cama de una noche –o incluso de varias noches-, pero no a las personas que asociamos seriamente a nuestra vida. Para “convivir”, por término general,  todos preferimos personas amables, generosas, inteligentes, bien humoradas, cariñosas, previsibles -o sea, nada ciclotímicas-, compasivas y, si me apuras, incluso de fiar.  Nadie “se casa” con una “bruja” por más bien recauchutada que esté, de manera que, si queréis relaciones duraderas, ya sabéis:  menos botox y más reflexión crítica sobre el propio carácter.
Y que no se engañe nadie pensando que el carácter es algo inevitable, como el color de los ojos, porque no es así: el carácter puede  -y debe- trabajarse tanto y tan bien como los abdominales, especialmente en la madurez.

En definitiva:  ¿Recordáis la conocida frase de Heráclito según la cual “el carácter de un hombre es su destino”? Pues es una verdad absoluta que lo abarca todo en la vida, incluidas las relaciones sentimentales.

Así pues, del mismo modo que para preservar la cintura hay que hacer ejercicio y limitar las comidas,  para mantener el espíritu joven y atractivo conviene permanecer  lo más alejado posible de todo aquello que ensucia o envilece, desde la violencia propiamente dicha  hasta cualquier forma de mal gusto, pasando por los encuentros indeseables que, básicamente y como su propio nombre indica,  vienen a ser todos aquellos que, en el fondo, no deseamos lo más mínimo – por ejemplo, los que se acaban sosteniendo con algún imbécil desconsiderado (y en absoluto buen amante), que nos despacha como si fuéramos prostitutas aunque no haya pagado ni el taxi.

Supongo que eran esta clase de encuentros –no me parece apropiado llamarlos relaciones-  los que tenía en la cabeza cuando, en “Carta con diez años de retraso”, a propósito de las mujeres, escribí:  “Qué paradoja ¿verdad?: se aplican al máximo en mantenerse jóvenes y luego exponen el alma absurdamente, una y otra vez, a las peores inclemencias, sin comprender que la vejez, la que agosta la vida y la ciega, está dentro y no fuera, porque no sucede en la piel sino en el corazón”.

Diez años después sigo pensando lo mismo sobre el particular.

© Olga Guirao

9 comments

  1. Llevo años esperando que Olga Guirao, además de en sus novelas, empezara a escribir lo que piensa para sus «happy few». Gracias.

  2. Esperando,esperando, y ya llegó. Grandes Besos

  3. Marga Matheu

    Leer y releer tus reflexiones es siempre un autentico balsamo para el alma.
    Y tu privandonos de ese placer entre novela y novela….
    Gracias bog!!!!
    GRACIAS OLGA

  4. Querida: buen texto, interesante reflexión. Me encanta leer (es como estar escuchándote) como describes la vida, como analizas el alma.
    Sólo puedo darte las gracias. Siempre he aprendido contigo.
    Un beso

  5. Querida Olga, que interesante y sabia reflexión.
    Te mando un beso muy fuerte con mucho cariño,
    Eva

  6. Hola, me gusta tu blog, los temas que tocas se me hacen muy interesantes, seguire leyendolo, gracias…

  7. Lynn Celdran

    Hola, Olga!
    Estoy leyendo y trabajando con tus dos novelas en mi tesis doctorado–«Mi querido Sebastián» y «Carta con diez años de retraso». ¡Me encantan!

  8. Raquel Aguilera Pascual

    Querida Olga Guirao,

    Casualmente, esta mañana una gran amiga me ha regalado un libro suyo ‘Adversarios Admirables’.
    Para ser sincera, es la primera noticia que tengo de que usted es escritora, disculpe mi ignorancia, pues tuve la ocasión de conocerla por otro asunto.
    En fin, me alegra conocer otras facetas de las personas. Leeré encantada su libro.

    Un saludo cordial,

    Raquel Aguilera.

    Un saludo cordial,

    un cordial saludo,

  9. Hola Olga, no si me recordaras la hija de la Conchita, no se como he llegado esta mañana a este maravilloso texto, Gracias por inculcarme el amor a los libros, nunca y la lectura, nunca pude decírtelo, hoy en mi entrada en la madurez Gracias por hacerme una libre pensadora. Un abrazo enorme

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